viernes, 25 de marzo de 2011

A MODO DE EDITORIAL

¿El adiestramiento animal un método científico?

Estaba en un delirio que era mejor, mi pecera con algunos peces o un perro que no me dejan tener en casa, opte por los dos, fue el problema del segundo que pude entrenar al primero.

Al poco tiempo, estaban de moda, inicie una tarea, recoger dinero para comprarme un perro, pitbull, acabo de tres meses de no poder tomar un tinto en el colegio dio sus frutos, alcance el monto que costaba el perro de dicha raza.

Cuando lo fui a recoger mis manos me temblaban y no podía esconder mi felicidad, me acompañaban mi sobrino, era él el que tenía carro, y mi novia, tenía en mi mente una sola cosa, el más cabezón voy a escoger…

Antes de llegar ese día trate de localizar a personas que criaban de esa raza, no me importaba quienes eran, lo único que pensaba era conseguir un pitbull cabezón y que se pareciera a los que veía en las revistas de mascotas.

Compre el periódico e inicie la investigación por los clasificados, como estaban de moda, era fácil ver en la sección que tocaba a los perros encontrar muchos vendedores de dicha raza, me fui por el más barato.

Al llegar a la casa del criador, encontré a la mamá y sus cachorros en una terraza, sólo los cubría una pequeña empalizada que servía como casa para los perros. Aunque el lugar no se veía sucio ni desmejoraba mi ansiedad por el cachorro, si observe la falta de compromiso de los “criadores” por hacer las cosas mejor.

Lo único que me importaba era hacerme a un cachorro, cuando los vi, mi corazón latía a 2000 revoluciones por minuto y lo primero que observe fue a un cachorro negro con pecho blanco que me salió a recibir, después salieron los demás, unos se quedaron en el camino, otros se dirigieron hacia otro punto y unos cuantos se acercaron.

Sólo observe al que tenía la cabeza más grande de todos, lo escogí, lo alce en brazos y ¡que sorpresa! Era una hembra.

No me importo el comportamiento de los cachorros, tenía en mi mente que quería un cachorro cabezón para satisfacer mi necesidad que se pareciera a los de la foto de las revistas de mascotas.

Tenían 35 días de nacido y el motivo del precio más bajo era que ya estaban comiendo mucho cuido y el “criador” no podía sostenerlos más, no me importo, quería mi perro cabezón.

Al llegar a casa lo solté en la sala, lo primero que hizo mi perrita fue orinarse, no me importo, después se traslado por todos los sitios de la casa y de vez en cuando una orinada.

Así pasaron los primeros 2 meses de la perrita, con trapera en mano y regaños en el otro lado por traer un perro a casa.

Salía a caminar con ella y me puse a contemplarla como si fuera una hermosa niña desprotegida del medio, estaba sola y no podía responder por ella misma.

Mi alegría se iba desvaneciendo con el tiempo, sus necesidades todavía se hacían en casa y su desorden aumentaba cada día más. Se mantuvo inquieta durante su primer año de vida.

Durante este periodo sucedieron hechos que tuve que lamentar: orinadas y poposiadas, sus heces se esparcían por toda la casa, cortinas rotas como igualmente zapatos, medias y un mundo de etc.

Las paredes no se salvaron de los dientes de mi perra, las camas sufrieron lo mismo, además, dejando un olor característicos de los objetos marcados con orina.

El ingreso al mundo laboral subió la angustia, ya que tenía que dejarla mucho tiempo sola, ella, que dormía en mi cama y nunca la había dejado sola, inició un proceso de ladrar, aullar y continuar destruyendo el inmobiliario del hogar porque yo no pasaba todo el tiempo con ella.

Mi familia inició un complot contra mí, sino calmas a la perrita ella se tiene que ir, los vecinos no aguantan más y llamarán a la policía si ella continúa produciendo malestar a la comunidad.

Un domingo que salí a caminar con mi perra, encontré en la ruta a un señor que paseaba en bicicleta y detrás de él lo seguían varios perros sin correa, lo aborde y le pregunte ¿Cómo hacía él para tener los perros tan tranquilos y obedientes? Él me contesto, ¡adiestramiento mijo, adiestramiento!

A partir de este momento ingresé al mundo del adiestramiento, pero con grandes vacios, los llene con la imitación que trataba de hacer del trabajo de otros entrenadores, pero los resultados no alcanzaban la calidad deseada.

Hasta que por fin llegue a los libros, primero aquellos que encontré en las bibliotecas de la ciudad, eran muy reducidos, todos ellos con la técnica de la traílla y el collar de ahogo, pero no se hablaba de ciencia, no era necesaria.

Al cabo de un tiempo, empecé a encontrar documentación que se refería a la modificación de conducta, sin embargo, toda era relacionada con las personas, más no había información para los animales.

En mi búsqueda encontré que la gran mayoría de métodos y técnicas de modificación de conducta era desarrolladas en animales, y en mi país no existía documentación con referencia a estos seres que comparten el planeta.

Es ahí donde se inició la incertidumbre ¿Cómo aplicar la metodología humana en los animales?

Si el proceso pasó de animales a humanos, debería descubrir cómo se transforma de humanos a animales.

Es ahí donde entran a jugar un papel importante los estímulos ilicitatorios, determinantes y desencadenantes, donde un estímulo puede ser los tres, como en otras circunstancias debemos de tener tres diferentes estímulos para convertirlos en los mencionados.

La revista ¡Adiestramiento y modificación de conducta! ¿Es científico?

Pretende llegar hasta lo más hondo en el mundo de modificación de conducta de los animales, poniendo a luz pública los diferentes métodos y técnicas que abarcan esta ciencia, conocida como etología aplicada, que debe tener ayuda de la biología, psicología, veterinaria y adiestramiento.

Atentamente,

Edwin Velasco

Etólogo Aplicado Canino

AEPE de España.

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